domingo, 1 de junio de 2008

NEW YORK, NEW YORK


Parece mentira que dos artistas tan dispares como Washinton Irving y García Lorca puedan tener como punto en común, la admiración por dos ciudades universales : Nueva York y Granada. Y es que aún nos cuesta aceptar que Irving, aventurero incansable y apologeta de una Andalucía a caballo entre la morería y la gitanería, haya podido dar muestras de tanto desprecio por otra población igualmente marginal : la afro-americana.

El escritor americano publica su Historia de Nueva York en 1820, una crónica de la fundación de la ciudad en la que se ofrecen detalles de la especificidad del lugar y de sus gentes.
Los negros, que aparecen en numerosas ocasiones, son para Irving ese contingente humano, marginal y peligroso, del que había que huir como se huye del Demonio. El negro es pues un ser maléfico cuya risa estridente puede escucharse en las tardes de verano y confundirse con el furioso doblar de la campanas :
« I can testify from my own experience, than on a clear still summer evening you may hear, from the battery of New York, the obstreperous peals of broad-mouthed laughter of the Dutch negroes at Communipaw, who, like most other negroes, are famous for their risible powers » (p. 120).
Para Irving, el negro es un ser temido por sus poderes desconocidos y ancestrales, los mismos que le han servido como medios de integración social. Por esa razón, los llama monos de la edad de las cavernas : « These negros, in fact, like the monks in the dark ages, engross all the knowledge of the place, and being infinitely more adventurous and more knowing than their masters » (p. 106)

Federico García Lorca, durante su viaje a Nueva York, pudo constatar que el estado de marginalidad en el que se encontraban los negros era totalmente fiel a la que nos ofrecía Irving en su Historia. Basta con releer los versos de Norma y paraíso de los negros :

Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!

No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,

a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,

a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,

a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.


La imagen representa a un limpiador de chimeneas negro en Nueva York hacia 1880.
http://digital.nypl.org/schomburg/images_aa19/aa19c_info.cfm?xgvg6218

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que realmente Gª Lorca se queda muy cojo si le quitamos el Poema del cante jondo y el Romancero gitano. Por mucho que se empeñen ahora los progres, no hay tanto en común entre un negro de Harlem y un gitano del sacromonte... Queda muy bonito, "étnico y racial" le llaman ahora, pero absolutamente irreal.

Anónimo dijo...

Pues a mi me parece muy interesante este recorte... además es algo que ni si quiera conocía "Irvin - Lorca"
-Cito lo relativo al maléfico negro y su risa estridente de Irving, me parece interesante pero quizás irreal como dice "anónimo".
-Aquí ni cante jondo ni nada, está claro que Lorca muy ambientado en su Granada pero no deja de concebir para su poesía otros lugares que cree interesantes como es NY.
-Como último punto, y no quieor que esto se convierta en una crítica del recorte de Lycophon y su primer comentario, yo creo que un negro de Harlen (ya suena racista la citación) y un gitano del sacromonte algo tendrán en común digo yo, sobre todo el que son humanos (ya hay algo en común)
-De todas formas ese comentario de que los pobres se empeñan en la igualdad de condiciones ¿qué pasa que los ricos no se empeñan? La pregunta ahora es, ¿hay algo en común entre los pobres y los ricos?
-Decirle a el primer comentario que... es irreal para quien se lo plantee, ya que no todos pensamos de la misma forma y por tanto no hay que generalizar, no crees??? ;)